Desde pequeña siempre me han fascinado los misterios y la resolución de problemas, así que no pude resistirme cuando descubrí los escape rooms en línea. El último en el que participé se ambientaba en una antigua mansión llena de secretos. Teníamos que encontrar un tesoro escondido antes de que el dueño de la casa, un excéntrico millonario, regresara. Las pistas eran rompecabezas basados en mapas antiguos, llaves ocultas y complejas combinaciones de códigos. Fue como estar en una novela de aventuras, y el sentimiento de logro al resolverlo fue insuperable. ¡Definitivamente lo volvería a hacer!